viernes, 15 de enero de 2010
Entré en la oficina a las doce del mediodía, cuando estuve segura de que nadie podría verme. Caminé con mi mejor disfraz de seguridad por los pasillos, el único ruido que había era el de mis tacones al golpear contra el suelo.
–“Tienes que decírselo Mel, y con todas las letras, no puede jugar con tus sentimientos sólo porque él es el jefe de la empresa”… –pensé mientras mis piernas perdían fuerzas estaba acercándome poco a poco a su despacho, el cual tenía la puerta semi arrimada. – ¿por qué la puerta no está cerrada? – me permití pensar antes de apoyar mi temblorosa mano sobre aquella textura de madera.
Se escuchó un pequeño ruido al abrirse la entrada y allí lo vi, en contra del escritorio, besando a otra como me besaba a mí tan sólo días atrás. Sabía que no era la única en su vida, pero ojos que no ven, corazón que no siente dice el dicho… jamás pensé que la realidad me caería tan de repente como un balde de agua fría. La ilusión de hacerme la mujer independiente y superada en frente de él para que terminase rogándome que volviéramos se hizo añicos al ver aquel cabello pelirrojo y enrulado entre sus manos, era Rachel, lo sabía, la que se hacía llamar mi mejor amiga.
–Mjm…– mi cara fría como el hielo no demostraba ninguna emoción, aunque la de ellos los delataba fácilmente. Acomodaron sus ropas como pudieron, mi amiga no dejaba de disculparse conmigo mientras que él me miraba con aquella mirada de arrepentimiento que sabía bien, era fingida. –No se preocupen por mí, yo simplemente vengo a dejar aquí mi renuncia – me acerqué unos pasos hacia el escritorio y Rachel tomó de mi brazo buscando que le mirase, yo simplemente la saqué de un buen tirón y su mirada de asombro decoró su rostro.
–No seas insensata Mel – la voz masculina de Jason se escuchó de repente, su tono tenía un matiz de furia, pero tan sólo el escuchar esas palabras me daban ganas de vomitar – sabes que nadie va a pagarte mejor sueldo, ni nadie te dará tantas comodidades como las que te he dado yo.
–¿Eso crees Jason? –Sonreí petulantemente – ¿tan único te crees? – Me permití reír vacíamente y sacudí mi cabeza, en señal de lástima – pues te equivocas, ya tengo otro empleo y muchísimo mejor que éste, no te preocupes por
nuestra estabilidad económica
–¿Nuestra? – preguntó confundido, y sentí ganas de llorar, aunque no pensaba hacerlo, al menos no en frente de ellos.
–Si… –me giré en mi propio eje y me preparé para salir, aunque a último momento miré sobre mi hombro y le contesté – estoy embarazada y a excepción de que quieras que te haga el juicio de tu vida por acoso sexual continuo durante el trabajo, sabrás que te conviene nunca más aparecerte en mi vida – azoté la puerta firmemente mientras que tomaba mis cosas y acomodaba mis anteojos de sol para que cubrieran mis ojos rojos, se acababa de terminar mi cuentos de hadas.
Atenea ♥
7:45
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